sábado, 11 de septiembre de 2010

Los números tienen lo suyo: "estamos todos mal acá arriba"

Los números tienen lo suyo. Por ejemplo hoy es 11 de septiembre del año 2010 y hace 37 años murió Salvador Allende. Jesús murió a los 33, la misma edad que tengo yo.

El número 33 es todo un número ¿Cierto? Cuando se nos comunicó la noticia a todos los chilenos de que unos mineros de allá por Copiapó estaban atrapados, nos descubrimos una vez más, solos, indefensos y, como si hubiéramos inventado la máquina de tiempo, retrocedimos al siglo XIX en donde los calicheros, con sus trajecitos blanco polvo, sacaban el ingrato material a punta de patadas y escupos; las noticias nos abofetearon, una vez más, para decirnos hey cabritos, esto sí es noticia”. Para colmo de males nuestro presidente, que de paso no estaba en país, decidió volver para “hacerse” cargo de la “liberación” de los mineros. Nótese que utilizo el verbo y el sustantivo como un hecho discursivo que tiene que ver más con la pragmática del lenguaje que con palabras sueltas y arrojadas al espacio del infinito país llamado Chile. Pues bien, los hechos se fueron sucediendo; Angustia, llanto, desesperación en vivo y en directo, más llanto y más angustia y los reporteros, que para estos casos ya tenían lista y en la mano la credencial de “Magister en tragedias” llegaron con sus móviles y sus caritas de desesperación.

Obviamente que esta era una excelente oportunidad para que el gobierno, que había obtenido un descenso en su aprobación, la aprovechara; y lo hizo. Llegaron las parkas rojas, las azules, lo enlaces en vivo y en directo, las banderas, las frases hechas y cuanto material plástico se le ocurrió al gerente de comunicaciones del gobierno poner en la parrilla de los medios televisivos, cautivando así, una vez más, a la audiencia más servil de todas. Obviamente que, cuando las noticias se extendían yo – personalmente - cambiaba la tele y veía los monitos en los canales del cable. A todo lo anterior se sumaron las palabras que hablaban de los derechos de los trabajadores, de la falta de compromiso de los empresarios mineros; se sumaron las rasgaduras de vestimenta y, aunque usted no lo crea, el mismo presidente empresario que durante mucho tiempo se aprovechó de sus propios trabajadores, también aprovechó de acusar a quienes siempre defendió con muelas y uñas: sus amigos empresarios.

Mientras tanto, acá afuera, o mejor dicho, acá arriba, se suscitaban nuestras de apoyo y gritos de "fuerza mineros" por parte de empresarios, modelos de televisión, autoridades gubernamentales, sobre todo cuanto espécimen robaba cámara para salir en la tele; estos pedían castigos ejemplares para quienes se aprovechaban de los trabajadores. Sin embargo, como siempre sucede en estos casos, el análisis nunca fue muy profundo. La ministra del trabajo abrió un cuaderno de investigación pero no habló de los derechos de los trabajadores ni de importancia de la sindicalización, que a esta altura del partido, es una verdadera lepra; poco análisis se hizo del por qué 33 hombres quedaron atrapados bajo tierra en condiciones desconocidas para nosotros.

Un día domingo del mes de agosto a eso de las una de la tarde lograron hacer contacto con estos 33 trabajadores. Obviamente y nuevamente el show estaba preparado. Piñera, que a esa altura estaba dorado por el sol, asumió con su voz fuerte, potente y llena de frases hechas, la misión de liberar a esos hombres debajo de la tierra, de liberar al trabajador de la opresión de la naturaleza. Muestra un papel, se toma su tiempo y como artista levanta los brazos y dice a los cuatro vientos y a todos los medios de comunicación presentes: "estamos todos bien acá abajo los 33”.

Obviamente que yo nuevamente reflexioné y me dije a mi mismo: acá arriba hay 16 millones de personas que no estamos bien, 16 millones de personas que no estamos siendo liberados; que estamos oprimidos, no por una roca sino que por un gobierno policial. Acá arriba las cosas están definitivamente mal, el mundo revés como dice mi amiga Mafalda. Acá arriba todavía no se solucionan problemas de fondo; se asume, por lo mismo, que los 33 que están abajo están un poco mejor.

La historia será conocida. El presidente y sus lacayos los invitarán a tomar tecito, les pagarán cuentas, le dirán lo mucho que los extrañaban; los mineros serán invitados a cuanto programa de televisión exista, y darán todas las entrevistas posibles que se puedan dar.

O quizás no. O quizás allá abajo hicieron una verdadera reflexión y más de alguno estará pensando en quedarse atrapado en el fondo de la mina.

Yo les digo mineros, profesores, pescadores, camioneros y quizás no hemos visto cuanta roca hay encima de nosotros y cuantos gritos desesperados no han tenido respuesta.

Estamos todos mal acá arriba, los 16.